Si hablamos de jugadores símbolos y emblemas de las últimas décadas del Club Defensores, surge un puñado de nombres. Algunos reconocidos por sus goles, otros por sus gambetas y habilidades, por su juego simple y humildad, o por su entrega, garra y fanatismo por los colores. Este último caso pinta de cuerpo y alma a un chico que llegó a las inferiores del verde casi por casualidad, que de pequeño era veloz y no en una cancha precisamente, un adolescente que cruzó el océano para vivir una experiencia inolvidable, tan inolvidable cómo aquel momento que vivió hace menos de un año. Humilde, sencillo, de voz tranquila y aplomada fuera de la cancha. Cuando se calza la verde, cómo en una película de ciencia ficción, el tipo se transforma. Voz intimidante, de mando, pecho inflado y a dar batalla. Un día como hoy, 8 de junio, hace 33 años, nacía quién luego sería bautizado como Román Ariel Colidio. -¿Te acordás como llegaste a Defensores? Si por medio de un amigo, un familiar, cuantos años tenías… Yo arranqué en Defensores por mis amigos. Si bien me supo cuidar Norita Brutinel, ya que mis viejos siempre estaban laburando, mi papá en el camión, mi mamá en el negocio, yo andaba todo el día en la calle, me tenían que salir a buscar a la noche para volver, no volvía nunca. Mis amigos jugaban todos en Defensores y por ellos arranqué.
-¿Quién era el técnico por aquellos años y quiénes tus compañeros de categoría? Antes no había octava. Yo era chiquitito, jugaba en séptima división. Me queda grabada la imagen de Ulliassi, porque cuando hice cebollitas, él ya estaba. Recuerdo me pedía que juegue de delantero y yo quería atajar, convencido que quería ser arquero. Arranqué en séptima con categoría 86/87, fue el último año que Independiente entró en inferiores, ganamos los dos clásicos, me acuerdo que en cancha de ellos hice dos goles y en la de Defensores hice uno, una alegría bárbara. Vivir el clásico en inferiores era hermoso. Y en esa categoría jugaba Lisandro Ponce, “bolita” Tomasini, Martín Ostolaza, era un grupo numeroso. Llegamos a jugar la final y perdimos con Belgrano de Serodino del chori Zanatta. Después con la categoría 87/88 jugaba con Fernando Mancini que jugaba muy bien, Emanuel Piombetti, David Ferrari, éramos una banda.
-¿Por esos años también corrías en moto? Si también era algo que me apasionaba, junto con el fútbol, siempre fueron las dos cosas que me gustaron mucho, pero capaz era más la pasión de mi viejo, él era cero futbol, aunque tengo que destacar que siempre me llevó a todos lados y me acompañó siempre porque a mí me gustaba. -¿Cómo era Román Colidio en la escuela? En la primaria, con el tema de las carreras que iba todos los domingos, no había un lunes que vaya a la escuela, faltaba todos los lunes porque siempre estaba cansado. No había manera que me levante a la mañana. En el secundario tenía a mi vieja que cuando le quedaba un claro en el trabajo me tenía cortito, por eso me iba bien. Siempre fui vago pero no me quedé en ningún año, terminé bien. -Contanos sobre tus pasos por Huracán, Central y Ferro. Como te decía me quedó grabado Ulliassi, porque me llevó él a Huracán, estuve a prueba y había quedado, después salió una prueba en Central, y obviamente por la distancia, por la comodidad de viajar iba a ser más fácil estar en Rosario que en Buenos Aires, así que me vine a la prueba en Central. Había quedado, estuve jugando ahí en octava división hasta que me deja libre Hugo Galloni. Después me llevaron a una prueba a Ferro dónde también quedé pero no fui más. Me volví a Centeno y no fui más, por vago me pasó. Aparte de condiciones hay que tener mucha conducta y estar preparado para lo que uno quiere, si no estás bien preparado no llegas.
-¿Luego tendrías un paso por Real Arroyo Seco? Del Real Arroyo Seco a mí me ven en una filial que había en River y me llaman para que vaya, la idea era llevar jugadores de otros lados, yo tenía 16 o 17 años y me embalé. Tuvimos entrenando un tiempo ahí. En ese momento Real Arroyo Seco jugaba los Torneos Argentinos. Arrancó en el C, ascendió al B y llegó al A si mal no recuerdo. Tenía dos pensiones y vivía ahí. No había podido fichar para jugar el Argentino porque había llegado después del comienzo, así que entrenamos con los planteles de primera hasta abril o mayo, no recuerdo exactamente, que sale el viaje a España. -¿Cómo fue esa experiencia en España? Un viaje inolvidable, como se vive allá, las costumbres, a mí me encantó. Viajamos a las diferentes pruebas siete chicos. Con dos estuve en el Atlético Madrid, nos dijeron que las condiciones que teníamos eran similares a los jugadores que estaban en el club, era una forma de decirte que no quedabas. Después fui a otra prueba a Reus Deportivo, de la tercera categoría, como la B Metropolitana de acá. Quedamos en ese club, nos ofrecían lugar, pero el representante pidió mucho dinero, no se llegó a un arreglo y me terminé volviendo. Uno de los chicos llegó a jugar en primera de Tarragona, jugó contra Ronaldinho, estaba en buen nivel.
Para esta altura de la entrevista, Román ya se encuentra viajando, realizando su trabajo diario, de todas formas cuando tiene un claro, continúa respondiendo. Sabe que viene lo mejor. Su debut en la primera verde, los títulos, los mejores momentos y los otros.
-Llega el momento de debutar en la primera división del verde, año en que Defensores es campeón, aunque muchos no saben que fuiste parte. En el año 2002 el partido del fin de semana con Provincial se suspendió, no recuerdo bien pero debe haber sido por lluvia y se terminó jugando un día de semana. Tampoco recuerdo cuantos minutos faltaba jugar. Salí del secundario a la tardecita y Ulliassi me llevó al banco. Queda para las estadísticas que fui campeón ese año. Después jugué la Copa de Campeones que perdimos en Timbúes. Ese año (2003) jugaba en inferiores y primera, hasta mitad de año que me hicieron dejar inferiores para seguir sólo en primera. De titular debuté con Bouquet, de local, ganamos 3 a 0 y yo hice un gol. -Hablando de goles, ¿cuál fue el más importante? Me ha tocado hacer muchos goles en definiciones. Hice goles en semifinales con Juniors, con Unión en el 2018, el 1-1 de la final pasada con Juniors, pero el más importante fue contra Juniors en el 2018 el día que le hicieron el homenaje a Fermín Cisneros. Ganamos 1 a 0, nosotros veníamos debajo de ellos, era la penúltima fecha y fue el envión para decir “acá estamos, estamos para salir campeones”. No porque lo haya hecho yo, sino porque fue el partido clave que nos llevó a ser campeón. -Si tienes que elegir uno de los campeonatos ganados, ¿con cuál te quedas? Es difícil elegir uno. Obviamente el del 2002 no me atribuyo nada, no fui protagonista, no participé, me tocó solamente estar en un partido de treinta minutos. El del 2011 lo disfruté mucho, me quedó marcada la final del año anterior, no digo que lo perdimos por culpa mía, pero me tocó perder una pelota, un error que se pagó caro, nos hacen el gol, terminó el partido 1 a 1 y sale campeón Andino. Después de esto lo mejor que me tocó fueron éstos dos últimos años, que fue algo soñado. Seguramente disfruté más el del 2018. Lo disfruté más porque faltaban diez minutos, se nos iba el campeonato, se había armado un grupo bárbaro que estaba convencido lo que quería y lo logramos. Lo disfruté muchísimo, hacía muchos años que Defensores no salía campeón, porque parece poco pero del 2011 al 2018 es mucho, pasa la vida y es difícil salir campeón. Yo siempre digo que campeón sale uno solo, todos van por lo mismo. Después el del 2019 no te voy a discutir que no lo disfruté porque también fue vibrante, terminar una final a penales. Para el que está afuera tampoco lo disfruta porque está tensionado. Yo lo vivo de una manera muy loca, se me da vuelta el mate, pero bueno, creo que el del 2018 lo disfruté muchísimo. -Más allá de los títulos, todos dicen que lo mejor que te da el fútbol son los amigos. Lo que me queda del fútbol son muchos amigos, de aquel 2011 con Lucas Baratti y Ernesto Lucini hice una gran amistad que la sigo manteniendo a través del tiempo. Anteriormente con Fabián Conta. -¿Cuál fue el rival más duro que te tocó marcar? Aunque no es una liga tan dura como otras, hay buenos delanteros. Me parece que el más complicado fue Caferatta del 2011, volaba ese año ese muchacho, andaba muy bien. Con el topo nos hacíamos cada enredo para poder pararlo.
-Te tiro nombres y describilos… Tito Ulliassi Ulliassi hoy ya no está entre nosotros pero es una persona que tiene todo mi respeto, fue como mi maestro, me llevó a todos lados. Y como técnico, un tipo ganador, un tipo que iba al frente, me gustaba mucho. Obviamente todos van al frente, a nadie le gusta perder y van a ganar, pero siempre queriendo ser protagonista, mirando el arco de enfrente. -Cacho Roteta Roteta era un tipo que estaba continuamente perfeccionándose en todo, tratando de que todo esté bien, que todo salga bien, hablando mucho con el jugador. Siempre con estrategias, más técnico. Tuvo sus frutos también, le dio un campeonato al club, un tipo al cual también respeto, como a todos por igual por supuesto. -Luis Abdeneve Luisito era un tipo que tenía una gran capacidad para poder unir al grupo, unir a los jugadores. Llevarlos a todos de la mano y a todos para adelante. A lo mejor, desde mi punto de vista, no era un fenómeno como técnico, pero tenía una unión en el grupo, nos hacía fuerte de la cabeza y nos hacía creer a todos que éramos los mejores del mundo, y por eso él fue quien revivió a Defensores. Del 2002 hasta esos años si bien se peleaban campeonatos no se daban. Con la llegada de Luis arrancamos y después terminamos coronándolo con cacho. -Jorge García Como yo siempre se lo decía a él, los primeros seis meses con chiquilín no lo podía entender, sinceramente, siempre íbamos a contramano, por lo menos de mi parte, pero es un tipo que sabe llevar un grupo de una manera excelente, dónde deja claro desde el vamos cual es la importancia de la institución, cual es realmente el objetivo y que se quiere. Armando siempre los planteles él, el objetivo era ser campeón. Si bien todos pelean por eso, él sabía que con los jugadores que tenía otra cosa no servía. Un tipo ganador, un tipo que sabe utilizar la cabeza. Un loco que le gusta hablar. Leía muy bien los partidos. No me acuerdo haberle cuestionado un cambio, cambio que hacía le salía. Un tipo muy capaz, cuando sabe que algo no lo veía con buen puerto enseguida lo solucionaba. Como pasó con lo del hijo, hizo venir a Toto, él nos reactivó también, fue de gran ayuda para chiquilín. Sabía manejarnos. Obviamente nosotros no vivimos de esto y él sabía que cuando el jugador venía de trabajar te decía date una vueltita y elongá bien. Manejaba los tiempos del jugador. Él sabía cuándo el jugador podía y cuando no. -¿Cuál fue la mayor alegría en el fútbol? Obviamente lograr un campeonato en el fútbol es lo que uno siempre sueña. Arrancas y soñas con ser el mejor, ser campeón, a veces no sos el mejor en el juego pero sos el campeón y lo que sirve es la estrella. Pero sin dudas la mayor alegría que me dio el futbol fue en Maciel cuando entró Santi. Se me pone la piel de gallina ahora mientras hablo. Yo no estaba ni enterado, en ningún momento lo vi. En un momento vi la camioneta de mi viejo y digo “que hace mi viejo en Maciel?” rarísimo, porque no es un amante del fútbol, de local va siempre pero de visitante poco, ya habíamos ganado la rueda. Vi la camioneta en una jugada, pero no que familiares estaban, solo eso. Cuando veo que van a hacer el cambio, lo miro a Mariano que se acerca a la línea y veo a Santi, se me paso de todo por la cabeza, una alegría enorme, enorme, me emocioné, llore, lo vi entrar corriendo con la remera que le bailaba, se me pasaron millones de cosas, una emoción gigante. Hubo gente que no le gustó, a la mayoría sí. Sé que el nene no está para jugar, que fue un reconocimiento para mí, totalmente agradecido al club, al técnico, a Marcelo, a todos los que estuvieron ahí porque fue algo de todos. Uno trata de meterse de nuevo en el partido, después viene un penal, Gonzalo Squaranti le dice “patéalo vos Santi”, yo estaba ahí cerca y le digo a Gonzalo que no, pero no porque no lo quería apoyar, “no lo hagas patear”. Le pregunto a Santi si quiere patear y me dice “si si yo pateo”, “bueno si vos te tenes confianza agarrala y patea total acá nadie te va a decir nada”. Pasó, se lo atajó el arquero y siempre lo jodo con eso. Hoy por hoy me dice “lo que me temblaban las piernas”, “y bueno yo te dije que si no querías no lo patees”, y me dice “pero yo quería patearlo y cuando fui me empezaron a temblar las piernas como loco”. Por lo general patea siempre cruzado, y le pregunto “que paso que no pateaste como siempre”… “me temblaban las piernas papi” me dice.
-¿Una tristeza? La pase mal dentro de una cancha en el 2010 cuando me toco perder una final. Como te decía, sentía culpa, obviamente éramos un grupo como lo somos siempre, esto lo gana o lo perdemos todos. Me toca perder una pelota en ese partido, nos hacen un gol y sentía esa culpa. Después me quedo un sabor amargo en el 2017 en la semifinal con Unión en Totoras, que fue todo muy raro y me dolió haber perdido esa semifinal. Pero bueno, en las dos tuvimos revancha. Después de perder en el 2010 fuimos campeones en 2011 y después del 2017 salimos bicampeón, así que sanó toda la tristeza enseguida. -¿Una cuenta pendiente? No sé si es una cuenta pendiente porque ya logré ser campeón. Pero siempre pienso en ganador y si este año se hace fútbol voy a ir a ganar y quiero volver a ser campeón. El día que pierda ese sentido o esas ganas, seguramente me quede en casa. Román, o el ruso como lo conocen todos siempre va por más y piensa en ganador. Hecho a la medida del verde. Tras ser bicampeón, Defensores disputó la Copa Federación Santafesina, estuvo a un paso de ser finalista y llegaba al inicio del torneo de la Totorense con buen ritmo, hasta que el Coronavirus lo detuvo. -¿Cómo te afectó en lo personal el virus y la cuarentena? Es complicado. Es imposible tener la cabeza motivada, con ganas, cuando no tenes una fecha cierta, que va a pasar tal cosa. Se comentan muchas cosas pero nada es cierto, son todas especulaciones. Afectarme en lo personal, sinceramente yo deje de entrenar, de por si tengo tendencia a engordar, siempre jugué con un peso que no es el adecuado, pero estaba acostumbrado a jugar con ese peso, y obviamente uno aumentó, como consecuencia de no haber entrenado más, de que uno dejó de cuidarse. Me estaba cuidando para jugar el torneo, había bajado unos kilos y lamentablemente volvimos para arriba. Va a ser difícil. Hay un esfuerzo grande de la liga, de Defensores que les gustaría tener fútbol pero va a ser difícil volver a motivarse, volver a enfocarse. Desde mi punto de vista y no quiero que nadie lo tome a mal, pero para mí es un año que está perdido, donde se debería mantener todo tranquilo, que se termine el año, desde mi punto de vista, no quiere decir que yo tenga la razón. Es lo que me parece. Pero bueno si nos llega a tocar jugar, obviamente creería que vamos a tener un tiempito de preparación. A nosotros nos va a costar un poco más, ojala me equivoque, pero nos va a costar por el hecho que tenemos varios jugadores mayores de treinta, donde las exigencias son otras, en ese sentido lo veo más complicado. Por supuesto uno viene manteniendo algo y el club había armado un gran equipo nuevamente y no me cabe dudas de que si el año hubiese sido como debería haber sido Defensores era protagonista nuevamente. -¿Qué significa Defensores para Román Colidio? Para mí Defensores significa un montón. Por ahí está quemado pero es una realidad, yo siento que es mi casa también. Me ha tocado de chico no estar, de más grande irme también, pero uno siempre vuelve donde se siente querido. Yo me siento querido en Defensores, me lo hace sentir la gente, la comisión en los años que me tocó estar, y lo mejor en el deporte que yo practiqué que es el fútbol, lo he vivido en Defensores. Obviamente que va a tener siempre un lugar en mi corazón, eso no cabe dudas.
Román Ariel Colidio, el ruso, o tato para los amigos. Casado con Sabrina, papá de Santiago, Delfina y Celina. Hincha de River. Transportista. Corrió en motos. Se fue de chico y volvió. Se fue de grande, se dio cuenta que se equivocó y volvió. Perdió una final, ganó la siguiente. Perdió una semifinal, luego ganó dos finales consecutivas. Cumplió un sueño que quizás ni él jamás soñó, jugar en primera con su hijo. Hoy 8 de Junio cumple treinta y tres años ese tipo humilde, sencillo, de voz tranquila y aplomada fuera de la cancha que cuando se calza la verde, cómo en una película de ciencia ficción, se transforma. Voz intimidante, de mando, pecho inflado y a dar batalla. Salud ruso… por muchas batallas más!!!